"Identificar mis emociones, acceder a mi mundo interior y sanarlo, me ha permitido soltar esa mochila que llevaba a cuestas y que ya no me dejaba mirar hacia delante".

Sole Pidemunt
Coach e interventora estratégica
Mi vida giró alrededor de un personaje que yo me creé, para conseguir ser la persona aceptada por todos, que generara armonía y que huía de los conflictos. Además, quería asegurarme de que las personas cercanas a mí, vivieran con paz y bienestar.
Me creé una película en la que yo escribí el guión y me quedé con todos los papeles. Fui la protagonista, los personajes secundarios e incluso los extras.
Todo mi foco estaba en el bienestar de los demás.
¿Y mi bienestar?, ¿Quién podía dármelo?.
He estado muchos años buscando fuera lo que solo podía encontrar dentro de mí.
¿Qué es lo que me llevó a actuar así durante tantos años?
Me olvidé de mi misma porque, realmente, no sabía quién era ni que es lo que podía ofrecer a este mundo. Mi foco estaba en ayudar a los demás sin pensar en si lo que estaba haciendo era bueno para mí o no. Mi ser no importaba, mi bienestar no importaba, solo importaba que no les faltara de nada a las personas que amaba.
¿Durante cuánto tiempo esta situación podía ser sostenible?
¿En qué parte de la ecuación me encontraba yo?
Evidentemente, en ninguna.
Está claro, que si solo ponemos el foco en los demás y nos olvidamos de nosotros mismos, nos acabamos marchitando.
Cada uno es responsable y dueño de su propia vida y yo me equivoqué al pensar que eran los demás los que decidían cuánta agua yo podía necesitar para vivir.
Así que, llegó un momento en el que colapsé. Ya no tenía nada para ofrecer, me había quedado vacía, sin fuerzas, sin energías, sin ilusión, sin propósito...
En los momentos en los que decimos "ya no puedo más" es el momento en el que ya no tenemos más remedio que reajustar nuestras vidas si queremos seguir adelante.
En mi caso, lo primero que me pregunté fue:
¿Quién soy yo?
Soy mucho más de lo que he creído que soy y tengo mucho que ofrecer.
"Los limites los creamos nosotros mismos y eso significa que podemos cambiarlos".
En ese momento, empecé a buscar respuestas:
¿Qué generaba tanto caos emocional en mí?
¿Por qué sentía tristeza y rabia?
¿Qué estaba pasando?
Me formé cómo interventora estratégica y también, en el autoconocimiento a través del eneagrama de la personalidad y allí hallé muchas respuestas. Cada emoción que sentimos, nos quiere dar un mensaje y siempre con la intención positiva de querer ayudarnos.
Todos tenemos algo en nuestro interior que nos hace sentir de una forma u otra y que nos hace ver o interpretar la vida y lo que ocurre a nuestro alrededor de una forma particular.
En ese momento empezó mi aventura...
Tuve que armarme de valor y estar dispuesta a entrar en mi interior. Ese interior que había cerrado con llave, creyendo que no me iba a servir y que me llevó a tomar la decisión de crear una nueva identidad. Una identidad que adapté a la sociedad para así sentir que pertenecía a algo y era aceptada.
Reconocer nuestras emociones e identificar porque están presentes, es muy doloroso, pero poco a poco, nuestras emociones nos empiezan a guiar nuestro camino y a dar luz en lugares de nuestro corazón que parecía que ya era imposible iluminar.
En mi caso, sentir que hacía todo por los demás y sentir que no recibía el reconocimiento que yo consideraba que merecía, me destruía por dentro.
En realidad, había hecho responsables a los demás de mis carencias y de mis necesidades...
Esa necesidad de reconocimiento me llevó a otra conclusión y es que me había anulado por completo. Puse mi vida en manos de los demás.
"Fue muy doloroso, ver el poco valor que me había dado a mi misma"
Pero, descubrirlo también tuvo su parte positiva. Me permitió salir de esa cárcel que yo misma me había construido.
"Identificar te permite comprenderte y te da la oportunidad para reescribir de nuevo tu historia cuando estás preparado".
Inicié un viaje hacia mi interior para descubrir quién era en realidad, descubrir mi esencia mis sombras y mi luz me ayudó a salir de ese estado de confusión, de desilusión y de vacío absoluto.
Soy una persona mental que constantemente se cuestiona cualquier decisión antes de tomarla. Entran en juego mis "y si, no sé", pero ya no juzgo, ni rechazo esta forma de ser que, en definitiva, es mía. La acojo y abrazo desde la consciencia e intento conectar con mi interior para conseguir que estos pensamientos no me perturben en exceso y me permitan conectar con mi esencia.
En mi esencia están el valor, el coraje, la seguridad y la confianza ante la vida.
Desde ese lugar, al que solo yo puedo acceder, es donde encuentro las respuestas.
Siento que tengo mucho que ofrecer.
Mi necesidad ya no es la de pertenecer, sin identidad propia, a un grupo. Sino, la de contribuir, de alguna manera, a esas personas que están confundidas, que necesitan una brújula y que alguien les indique cómo llegar a su camino.
A veces, estamos tan desconectados de nosotros mismos y tan conectados con el personaje que nos hemos creado que nos sentimos vacíos y perdidos en un mundo en el que no sabemos cuál es nuestro papel.
¡Podemos cambiar nuestro papel, podemos conectar con lo que verdaderamente somos!
Podemos reescribir nuestra historia desde nuestra autenticidad.
No es un camino fácil porque a la vez, también, tendremos que aceptar nuestros defectos.
Sí, así es, todos tenemos defectos. Si asumimos esto desde la humildad, podremos seguir avanzando, nos reconoceremos a nosotros mismos y hallaremos las respuestas que nos llevarán a identificarnos con lo que verdaderamente somos.
"Nuestros defectos son virtudes en potencia"
Será una etapa de cuestionarse, de observarse, de observar a los demás, de comprender, de ser compasivo, de no juzgar, de aprender a escuchar y de muchos valores más que posiblemente, han estado dormidos en nuestro día a día.
Si os permitís buscar en vuestro interior, lo aceptáis y acogéis, empezaréis a ver la vida desde vuestro sentir, desde vuestra esencia y no desde vuestro personaje. Ya no reaccionaréis ante la vida, la observaréis con perspectiva.
Seréis auténticos y empezaréis un camino que os llevará a esa plenitud y bienestar que todos buscamos.
Esta frase marcó un antes y un después en mi camino cuando logré entender su mensaje:
"No es lo que sucede, sino lo que hacemos con lo que sucede"
Reconocerme, identificarme y aceptarme me ha cambiado la vida.
La vida tiene mucho que enseñarnos y a mí, me queda mucho por aprender.
Espero de todo corazón que mi historia te haya servido.
¡Empieza a vivir conscientemente y con propósito ante la vida!