¿Cuántas veces sentimos culpa?, ¿Qué nos genera este sentimiento?,
¿Cómo podemos gestionarla para aprender de ella?
Por definición, sentimos culpa cuando rompemos con las normas, tanto de la sociedad como personales, es decir, cuando hemos hecho algo que pensamos que no deberíamos haber hecho o a la inversa.
En realidad, cada uno de nosotros entendemos la culpa de una forma en particular. Estamos hablando de una emoción y cada uno de nosotros la vivimos de una manera concreta. Son experiencias que vivimos y, en ciertos momentos, nos hacen sentir así.
La culpa, puede desencadenar en tristeza, frustración, remordimiento, impotencia, etc.
¿Te has sentido así en alguna ocasión?
La culpa, nos genera tanto dolor que necesitamos escapar de ella sea como sea. A veces, por no asumirla buscamos a alguien a quién entregársela, proyectando nuestra culpa a otra persona o incluso manipulándola.
Llegados a este punto, deberíamos preguntarnos:
¿Qué ha ocurrido?, ¿Qué situación me ha llevado a sentir culpa?,
¿Qué puedo hacer para sentirme mejor?
Es una de las emociones más comunes en la sociedad y aunque nos hace sufrir, es muy necesaria, puesto que cuando sentimos culpa es porque nos sensibilizamos ante acciones que hemos hecho o hemos dejado de hacer. Si escuchamos su mensaje, nos permite reconducir lo que hemos hecho o no hemos hecho, hacia algo que nos sirva mejor y nos permita mejorar como personas.
Por ejemplo, una mamá puede sentirse culpable cuando, por motivos laborales, debe separarse de su hijo de pocos meses.
¿Qué está sintiendo en esos momentos?, ¿Por qué aflora el sentimiento de culpa?, ¿Qué puede hacer para dejar de sentirla?
Identificar la causa es muy importante, nos dará claridad y nos permitirá reajustar este sentimiento ya que podemos pensar en otras estrategias que nos hagan sentir mejor.
Quizás como madre, pueda pensar que está abandonando a su hijo o que no está siendo una buena madre.
Aparecen muchas dudas, muchos miedos, pero ¿y si afrontamos la situación desde otro punto de vista que nos haga sentir mejor?, ¿qué cambiaría?
Otra manera de enfocarlo, podría ser aceptando y comprendiendo que cómo padres debemos cumplir con nuestras responsabilidades para, en definitiva, dar un entorno familiar estable a nuestro hijo.
Si comprendemos que, aunque la separación duela al principio, es algo necesario para asegurar el bienestar de nuestro hijo, cambiará la manera en que afrontaremos dicha situación e incluso conseguiremos sentirnos mejor, puesto que con nuestro esfuerzo podremos darle a nuestro hijo lo que necesite.
Dicho de otra manera, ¿cuáles serían las consecuencias de no cumplir con nuestra obligación?, ¿cómo afectaría a nuestro hijo y a la pareja?
Podemos sentir culpa en muchos momentos y por situaciones muy diversas.
A veces, hacemos cosas que sabemos que no están bien y ese sentimiento de culpa se convierte, también en remordimientos, tristeza o frustración.
Cuando nos sentimos así es porque en el fondo, nos estamos juzgando a nosotros mismos.
¡Aprovechemos esta situación!
La culpa, nos está dando la oportunidad de mejorar como personas y de enmendar nuestras acciones. Con amor y comprensión hacia nosotros mismos podemos aceptar lo ocurrido y hacer las cosas mejor, de acuerdo a nuestros valores y con integridad.
La vida es un aprendizaje y está en nuestras manos aprender de ella.
La felicidad está al alcance de todos
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